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 Amor (Hyoga y Shun)

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the-love-andromeda

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Localización : Estando luchando co el mal con shun y sailor venus o solo con shun en la mansion kido

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MensajeTema: Amor (Hyoga y Shun)   Amor (Hyoga y Shun) Icon_minitimeLun Nov 14, 2011 7:27 am

Capítulo I
[color=indigo]




Si yo hablase lenguas humanas y angélicas,

Y no tengo amor,

Vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.

Y si yo tuviese profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia,

Y si tuviese toda la fe,

De tal manera que trasladase los montes,

Y no tengo amor,

Nada soy.

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres,

Y si entregase mi cuerpo para ser quemado,

Y no tengo amor,

De nada me sirve.

El amor es paciente, es bondadoso, el amor no tiene envidia;

El amor no es jactancioso, no es arrogante;

No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita,

No toma en cuenta el mal recibido;

No se regocija de la injusticia,

Sino que se alegra con la verdad;

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,

Todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser;

Pero las profecías se acabaran,

Y cesarán las lenguas,

Y la ciencia acabará.

Porque en parte conocemos

Y en parte profetizamos;

Más cuando venga lo perfecto

Entonces lo que es en parte se acabará.

Cuando yo era niño hablaba como niño,

Juzgaba como niño;

Más cuando ya fui hombre,

Dejé lo que era de niño.

Ahora vemos por espejo, oscuramente;

Más entonces veremos cara a cara.

Ahora conozco en parte;

Pero entonces conoceré como fui conocido.

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,

Estos tres,

Pero el mayor de ellos es el amor.



De la Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios.





Eran épocas difíciles, todos lo sabían, días grises y no porque no brillara el sol o porque faltara un cielo despejado, los momentos en que las vidas pasaban se volvían extraños de una manera que no era posible ignorar, los involucrados sabía perfectamente cual era la situación en la que vivían y también sabían cual era la solución: mientras una de las familias no triunfara todo seguiría siendo guerra y no habría paz y no existiría la calma sino hasta que una de las familias gobernara y aniquilara a la otra. El origen de ese odio no era muy claro, solamente se sabía que desde pequeños cada integrante debía entender su misión y prepararse para aniquilar a los otros sin preguntas ni razones, debían ser los más fuertes para seguir adelante, matar o morir parecía ser la consigna bajo la que regían sus vidas.

Siendo así no era del todo inusual escuchar sobre enfrentamientos crueles y letales en los que aparentemente nadie quedaba al margen pues no se podía sino apoyar a uno o estar en contra de otro, no había puntos medios en esos momentos, no era posible aún para quienes ni siquiera estaban emparentados el poder excusarse de una postura en ese conflicto. Tantos años de luchas y muertes y sin embargo no había nada definitivo, en algunas épocas y generaciones casi se había impuesto alguna de las dos familias pero de alguna manera la otra aún se mantenía en pie y conseguían ganar terreno para seguir en la batalla. Sin embargo no parecía que eso fuera bueno tampoco.

Justamente estaban en un año más de guerra, ya iban doscientos cuarenta y tres años de batallas y odio y nadie podía decir quien era más fuerte en ese momento, sin embargo eso no evitaba que siguiera la guerra en pie. Era mejor estar preparados y para eso se necesitaba que algunos de los más jóvenes de ambas partes estuvieran atentos y listos en su entrenamiento y que cuanto antes pudieran empezar a pelear; los números de integrantes de cada familia se habían visto afectados y si bien contaban con guerreros no todos eran de las familias de manera directa así que era momento de que aquellos que estaban lejos fueran llamados para cumplir con sus obligaciones hacia los suyos cuanto antes.

Era por ese motivo que dos personas ignoraban completamente lo que el destino les deparaba cuando los unió. A veces el camino de la vida parece delimitado pero no por eso es definitivo, sólo en contadas ocasiones llega a suceder que hay una especie de pequeños descansos a un lado del camino en el que nos podemos tomar un respiro y ver la vida pasar en vez de seguirla, es un buen momento para pensar y reflexionar, tan sólo muchas veces para permitirnos oler las flores o ver el azul del cielo o sentir el calor de los rayos del sol.

Inusualmente ambos muchachos con los que se inicia esta historia estaban en uno de esos momentos, sólo podían estar ahí sin pensar en nada demasiado grave o demasiado importante más allá de su entrenamiento, parecía que casi se habían olvidado de ellos pero no era así, aunque aún no lo sabían, tan sólo necesitaban de algo de tiempo para que las noticias de su llamado llegaran a sus manos pero no habían motivos para preocuparse, en realidad se encontraban bien y no era necesario que pensaran en nada en particular sobre su destino; de hecho aún no sabían mucho al respecto pues el papel que habían jugado hasta ese momento delante de los demás miembros de sus familias no les resultaba claro, no estaban conscientes de en calidad de qué formaban parte de planes grandes e importantes.

De todas maneras aún no era tiempo para preocuparse.





Era una hermosa región, lo era pues parecía que la guerra no la había tocado, aún con su sencillez era más encantadora esa imagen ante sus ojos que cualquier cosa que pudieran imaginar o presenciar en alguno de las fortalezas donde todo era roca y frío, el aire y el sol eran hermosos en esa mañana en que tenían tiempo libre y podían simplemente explorar la región, sólo una breve caminata y disfrutar de algo de tiempo para si mismos antes de volver a sus entrenamientos.

Siendo así los dos jóvenes tan sólo miraban alrededor como si nada, no buscaban nada y ciertamente no esperaban encontrar nada, pero el destino les tenía preparada una sorpresa. Un muchacho rubio de ojos azules estaba caminando sintiendo los rayos del sol sobre su piel y un joven de ojos verdes y de igual color de cabello se relajaba bajo la sombra de un árbol, cada uno pensando en sus propios asuntos que en esos momentos se limitaban a disfrutar de un poco de tranquilidad. Hasta ese momento de sus vidas la guerra los había tocado pero de manera indirecta, habían perdido a su familia en las batallas pero nunca habían combatido y no sabían si lo harían dentro de poco tiempo o si aún faltaba pero si sabían que llegado un momento lo harían.

Entonces el joven de los ojos verdes escuchó los pasos de alguien que se acercaba y se puso de pie mientras que el joven rubio sintió de inmediato la presencia de alguien más en el lugar, sin duda el entrenamiento para los dos estaba dando sus frutos pues estaban alertas y listos para lo que fuera que se les presentara o al menos casi listos para todo pues en cuanto se vieron de frente estaba en claro que ninguno de los dos se esperaba lo que estaban viendo ante sus ojos.

Cada uno vio delante suyo a un joven, tal vez de su misma edad o al menos no con una gran diferencia de años, su estudio fue rápido y conciso pero sus resoluciones fueron bastante similares: parecía una persona agradable y alguien de quien no debían tener miedo ni cuidado, no estaba ahí para combatirlos ni para hacerles daño alguno, sólo estaban en el mismo sitio y por los mismos motivos. Sin siquiera darse cuenta de ello ambos muchachos sonrieron.

--Hola.

--Hola.

Se dijeron mutuamente y siguieron sonriendo, una sonrisa sincera que nada ocultaba y ellos no tenían nada que ocultar tampoco.

--Mi nombre es Hyoga.

--El mío es Shun.

Siendo que parecía todo lo que necesitaban saber no dudaron en seguir charlando de inmediato, no habían tenido a muchas personas cerca y mucho menos de su edad y era agradable tener unos instantes para hablar con alguien que no empezaba recordándoles quienes eran y sus deberes y todo aquello que se suponía debía importarles por ser parte de una familia; la conversación que se dio esa mañana era muy diferente para ambos pues simplemente hablaron del clima, del lugar, del brillo del sol y la sombra de los árboles, sencillamente dijeron palabras y las escucharon y les gustó eso, les gustó tanto que se les pasaron las horas de su descanso sin darse cuenta siquiera de ello.

--Creo que es tiempo de que me vaya-dijo Shun.

--Es una pena-dijo Hyoga.

--Es que tengo que regresar, tengo clases.

--Si, entiendo lo que es eso.

--¿Estudias por aquí?

--Algo así, necesito estar lejos de casa un tiempo.

--Yo espero volver pronto a la mía, extraño mi hogar a pesar de todo.

--Al menos espero poder volver a verte Shun.

--Bueno...por las mañanas tengo algo de tiempo Hyoga.

--Entonces ¿podríamos vernos mañana?

--Pero temprano.

--Estaré aquí.

--Yo también.

Fue todo lo que se dijeron esa mañana pero fue suficiente pues fue el inicio de todo entre los dos. A la mañana siguiente ambos jóvenes volvieron a encontrarse y siguieron conversando, también lo hicieron a la mañana siguiente y a la siguiente después de esa, hasta que ambos tuvieron que convencerse que esperaban el amanecer tan sólo para ver a esa persona que a cada instante se hacía más y más indispensable en sus vidas aunque no sabían demasiado de ellos pero les daba la impresión de que conocían lo más importante.





Una mañana en la que se encontraron de nuevo tenían un semblante un poco decaído y no tardaron en darse cuenta de ello con sólo una mirada.

--Shun.

--Hyoga.

Pero por unos instantes tan sólo se miraron en silencio, sin embargo el rubio fue el que continuó.

--Tengo que marcharme Shun, debo volver a mi hogar.

--Es una pena Hyoga pero yo también tengo que irme, me escribieron de casa para que regrese.

--Así que también te irás.

--Si.

Se observaron por unos instantes en silencio pero sabían que no era todo lo que tenían que decir, hacia falta algo.

--Quisiera poder quedarme un poco más a tu lado Shun, de verdad me hubiera gustado seguir tratándote y conociéndote.

--Es una pena que debamos separarnos Hyoga pero si cada uno tiene deberes que cumplir es mejor hacerlo, aunque me hubiera gustado conocerte antes...antes de tener que irme.

--Quizás algún día podamos vernos de nuevo.

--Tal vez.

Las palabras ya no parecían ser suficientes, algo en su interior luchaba por salir a la luz pero los dos jóvenes se contenían pues no confiaban en que sus sentimientos pudieran ser lo que creían, era muy aprisa y ellos muy jóvenes pero no se puede luchar contra el corazón, no por mucho tiempo en todo caso.

--Shun...

--Hyoga...

No hubo una sola palabra más, el joven de los ojos azules los dejó fijos en el de ojos verdes, el más pequeño sentía su corazón latir velozmente y no sabía que el del otro joven también lo hacía, el rubio acarició con cuidado su rostro y se acercó despacio a él, como si temiera por su reacción pero no quedaba nada de temor cuando sus labios se unieron y entregaban por vez primera un beso y también era uno en el que declaraban lo que los dos sentían.

Al separarse tan sólo se miraban con ojos relucientes y no pudieron sino estrecharse entre sus brazos con cariño y algo de melancolía pues se daban cuenta de que estaban entregando su corazón a alguien a quien no sabían si podrían volver a ver en su vida y la incertidumbre hacía doloroso saber que quizás sólo contaban con esos momentos. Fue tal vez ese el motivo por el cual volvieron a besarse sin decir nada, escuchando que su corazón latía al mismo tiempo y dándose cuenta de que compartían los mismos sentimientos.

--Aunque deba irme Shun nunca olvidaré este momento ni ninguno que haya vivido a tu lado.

--Yo tampoco lo haré Hyoga pero si pudimos conocernos no puede ser para que nos separemos, tal vez volvamos a vernos.

--Si, el destino ya nos reunió aquí, lo hará de nuevo sin duda.

--Entonces confiemos en el destino.

Gracias a eso la separación no fue tan dura como la habían pensado pues tenían algo más, tenían la esperanza de volver a verse algún día de nuevo.

Cada uno partió a su respectivo hogar para encontrarse con su familia que ya los estaba aguardando con cierta impaciencia, había muchas cosas por poner en marcha, planes nuevos y otros que debían reajustarse pero esperaban por los jóvenes que habían sido llamados, además de que resultaban sumamente importantes para ese instante en que la guerra estaba tomando de nuevo un cariz tan fuerte.





Era el momento de tomar sus responsabilidades, o al menos eso era lo que suponían ambos jóvenes al seguir los caminos que los llevarían de vuelta al hogar, a la familia, a ese sitio al que pertenecían, únicos en el mundo pues todo lo que les definía como seres humanos estaba en ese sitio. Siendo así se dejaron guiar sin espera de ninguna naturaleza y fue inevitable que en el camino se hicieran unas preguntas sobre el porqué en ese momento y no en ningún otro fueron llamados de vuelta. Sin duda las respuestas llegarían cuando estuvieran en casa.

El joven Hyoga distinguió a la distancia su hogar, una propiedad lejana y antigua que parecía que había sido construida ese mismo año pero en realidad tenía más de dos siglos de existencia, era ahí donde él y todos los anteriores a él habían llegado al mundo y dieron sus primeros pasos en lo que era la vida. También estaban en ese sitio sus familiares, igualmente importantes y respetados por el de cabellos rubios, tal y como suponía lo estaban esperando y tampoco le extrañó quien fue el primero que le salió al paso.

--Por fin estás de vuelta Hyoga.

--Hola Crystal.

De inmediato se dieron un abrazo, entre los dos siempre había existido un sincero y mutuo afecto, eran primos pero el que lo estaba recibiendo siempre había actuado más como un hermano que como un primo, lo había cuidado y prácticamente criado sus primeros años y por todo eso y muchas otras cosas le estaba reconocido el rubio. Crystal, un hombre joven de ojos oscuros y cabellos morados, apuesto y serio, con la amabilidad en el rostro y la firmeza de sus convicciones en todos los actos de su vida, quería mucho a Hyoga, nadie dudaba de eso y nadie jamás había tenido motivos alguno para cuestionarlo.

Que al verse de nuevo se sintieran contentos no era de extrañarse; sin embargo había alguien más en la escena, una persona también joven pero mayor que ellos dos, un hombre de ojos y cabellos azules que los miraba atentamente, también era de la familia y aún más, era el miembro más importante de toda la familia a la que ellos pertenecían. Los dejó saludarse pero no esperó sino lo necesario para intervenir, había asuntos que solucionar.

--Bienvenido Hyoga.

--Camus, me alegra verte.

Si bien el joven rubio saludó a su pariente con un afectuoso abrazo el de cabello azul no respondió con el mismo entusiasmo pero eso no era inusual y los otros dos lo sabían, así que lo dejaron pasar.

--Me da gusto estar de vuelta-dijo Hyoga.

--A nosotros también nos alegra que regresaras-dijo con una sonrisa Crystal.

--Tenemos asuntos importantes de los cuales hablar-dijo cortante Camus.

Con esas palabras indicaba el de cabellos azules que tenían que seguirlo y lo hicieron, fueron de inmediato a una de las salas del interior del palacio en el que se encontraban, recorrieron pasillos y habitaciones y si se encontraban con alguien eran saludados con respeto mientras daban la bienvenida cordialmente al recién llegado. Se detuvieron en una amplia sala cómodamente amueblada con el gusto imperante de su momento: muebles amplios y forrados de telas bordadas pero en colores oscuros. Tomaron sus sitios en lo que por un instante le pareció al de cabellos rubios un consejo de guerra por la actitud que tomaba Camus.

--Es momento de que empieces a asumir tus responsabilidades Hyoga-dijo el de cabellos azules con seriedad-Si te hemos hecho volver es porque necesitamos más que nunca estar unidos.

--Haré todo lo que la familia necesite-respondió el rubio-No te defraudaré, a ninguno.

--Que bueno que lo comprendas. Debes empezar a involucrarte con el manejo de la gente, los grupos de combatientes y las fuerzas con las que contamos, además de las alianzas que establecimos y los guardias con los que contamos, es también necesario que sepas cuanto antes el número de las fuerzas de nuestros enemigos y reconozcas sus fortalezas y sus debilidades.

A todas esas palabras el rubio asentía de un movimiento, había sido preparado durante los años anteriores para ese instante y no le costaba trabajo estar ya al tanto de parte de lo que le decían. Pero una cosa era que le hablaran al respecto y otra tener que hacerle frente como sería desde ese instante.

--Crystal te apoyará en lo que necesites-continuó Camus-Puedes retirarte, nosotros aún debemos hablar de algunas cuestiones.

Con esas palabras el rubio salió de la habitación, dejando a solas a sus parientes.

--Quiero que aprenda cuanto antes Crystal.

--Hyoga es un chico inteligente pero...

--¿Pero qué?

--¿En verdad era necesario traerlo tan pronto? Esta guerra es dura y él es tan joven, no quisiera que...

--Limítate a obedecer Crystal, Hyoga debe aprender cuanto antes. Deja de tratarlo como si fuera un niño.

--Está bien.

--Retírate.

Fue lo último que le dijo, el de cabellos morados salió y el de cabello rubio lo estaba esperando.

--¿Qué te dijo Camus?

--No te preocupes por eso Hyoga, sólo me recordaba que debo apoyarte para que estés al corriente de todo cuanto antes.

--Siempre se preocupa demasiado.

--Dime como has estado.

Los dos se alejaron caminando y charlando, no era usual tener tiempo para conversar así que era mejor aprovecharlo.





Mientras esa escena se dio una similar ocurría pero en otro sitio, lugar igualmente importante y lejano y que en su interior contaba con algunos de los acontecimientos más importantes que habían marcado los últimos dos siglos de historia. Para un joven de cabellos y ojos verdes lo más importante era que ese sitio era su hogar, el lugar en el que nació y se crió sus primeros años; había llorado cuando lo llevaron lejos pero ahora estaba de vuelta y se sentía contento de volver. Esperaba que su familia se encontrara bien.

Al llegar lo primero que notó era que había dos personas para recibirlo, dos personajes rubios y de ojos azules que permanecían de pie, antes de descender del carruaje el de ojos verdes ya estaba sonriendo y casi saltando como si fuera un niño bajó del vehículo para correr a uno de ellos.

--¡Albiore!

--Mi querido Shun.

El de cabellos rubios lo recibió con los brazos abiertos y lo estrechó, siempre había querido mucho a su joven pariente.

--Me alegra tanto verte Albiore, ya extrañaba el poder volver.

--Y nos alegra que lo hicieras Shun, nos faltaba tu sonrisa en este sitio.

--¿Dónde está Ikki? ¿Puedo verlo?

--Ikki...

--Ikki tiene asuntos que atender.

Quien terminaba de hablar era el otro de cabellos dorados presente, como ya estaban acostumbrados a que no fuera muy expresivo no encontraron mal que les hablara de esa manera.

--Shaka-dijo Shun acercándose--¿Dónde está Ikki? ¿Por qué mi hermano no está aquí para recibirme?

--Ya te dije que tiene asuntos que atender-respondió Shaka-Nosotros también tenemos que hablar, el que estés de regreso significa que debes tomar tus responsabilidades hacia la familia cuanto antes.

--No te preocupes Shun-le dijo Albiore-Ikki se encuentra bien y en cuanto le sea posible vendrá, podrán hablar entonces.

--Gracias Albiore.

Sin una palabra más Shaka emprendió a paso medio el camino al interior de la propiedad y los otros dos sabían que les tocaba seguirlo, así que se pusieron en marcha, mientras lo hacían Albiore no dudó en preguntarle al de cabello verde como se encontraba y como había estado en esos días lejos a lo que el más joven respondió pero todo eso se terminó en cuanto llegaron a una habitación que Shaka usaba como salón de conferencias, estar en ese sitio le indicaba a Shun que el rubio mayor encontraba muy importante lo que iba a comunicarle.

--Hay cosas en las que debes estar al corriente Shun.

--¿Qué sucede Shaka?

--Los conflictos para nuestra familia no han sido pocos, nuestros días son complejos y difíciles pero saldremos adelante, es importante que estés con nosotros ahora y tomes tu parte como miembro de la familia.

--¿Qué es lo que quieres que haga Shaka?

El de cabellos verdes siempre había sido sumiso a las instrucciones que le daban y eso complacía al rubio mayor, era mejor que cuanto antes comprendiera lo que se esperaba de él.

--Lo primero es que aprendas cuales son nuestras posiciones-comenzó Shaka-Las fuerzas de nuestro consejo, la lealtad de nuestros miembros, las habilidades de nuestros aliados y las mayores debilidades de nuestros enemigos, los sitios estratégicos que poseemos, los planes de batalla y el estado general de nuestras fuerzas. Debes conocer a todos aquellos a quienes tenemos en el frente de batalla, es lo más urgente, con el tiempo te indicaré lo demás.

El de cabellos verdes estaba un poco desorientado con toda esa información, era capaz de comprenderla pero no se sentía muy cómodo sabiendo que todos esos eran planes de batalla para una guerra.

--Retírate Shun. Acompáñalo Albiore.

--Vamos Shun.

El rubio lo tomó gentilmente por el brazo para llevarlo a su habitación, necesitaba que descansara para mostrarle lo que tenía que saber. Por su parte Shaka se quedó pensando un poco, más valía que ese joven de ojos verdes aprendiera aprisa, no podían darse el lujo de perder a nadie, el conflicto estaba en un punto complicado y toda ayuda era fundamental en esos momentos.





Y no era para menos que ambas partes estuvieran en un punto vital de sus encuentros, necesitaban recuperar posiciones, mejorar otras, nivelar las cosas pero los dos bandos estaban cansados, eso no podía negarse, después de doscientos cuarenta y tres años de guerra no podía ser de otra manera. ¿Por qué peleaban? Era una pregunta válida que cualquiera que no estuviera cerca del conflicto bien podría hacerse, aunque la respuesta no era tan sencilla.

Lo ocurrido hacía más de dos siglos era algo extraño, rodeado de mitos y falsedades y sin embargo esa historia guardaba algo de verdad. Tantos años atrás, mucho antes de esa guerra y el odio, cuando todos eran un mismo pueblo sin divisiones de ninguna clase, fue observado en el cielo, a mitad de la noche, como una estrella descendió. La gente que lo observó sintió curiosidad y se puso en camino para encontrar tan misterioso objeto de la bóveda celeste, finalmente hallaron en una tierra yerma y solitaria un gran cráter pero lo más importante era que en el fondo de ese sitio se hallaba un pedazo de piedra desconocida, al menos lo era para todos los que la vieron en su momento.

Era esta piedra una pieza muy bella, brillante y resplandeciente, reflejaba la luz y la dejaba pasar a través suyo haciéndola más brillante aún. La gente en su momento no supo que hacer con ella, así que la decisión cayó en los ancianos, hombres de sabiduría y sensatez, sabían que no era algo usual lo que tenían en sus manos y concluyeron que ya que había caído en sus territorios debía ser un obsequio de los cielos. Lo siguiente fue decidir que hacer con tan valioso objeto y debido a las dimensiones del mismo y sus características forjaron un dije, una piedra preciosa y única que nadie había visto nunca y que desde ese momento se convirtió en el símbolo de su poder y señorío.

Fue así que surgió el mito de la reliquia del poder.

Desde entonces esta pieza fue vital para la formación de una nueva gente y una nueva manera de comprender el mundo en el que se vivía, los gobernantes eran quienes llevaban esa reliquia alrededor de su cuello, nadie disputaba tal poder ni honor a quien llevara ese dije venido de las estrellas como un regalo de los cielos. Cada gobernante desde entonces lo había usado y nunca se separaba de él, se heredaba de un gobernante a su sucesor y así no había discusión alguna sobre quien era quien ostentaba el poder entre su pueblo.

En los siglos que siguieron esta reliquia fue usada solamente por los gobernantes absolutos que cosechaban victorias y honores para los suyos, así pues los demás empezaron a temer a tan extraño objeto. Los años pasaron y el orden de las cosas parecía muy claro y sencillo de seguir, al menos así fue hasta que hubo una ligera anomalía entre el gobernante y quien heredaría porque dos líneas de sus más fuertes servidores estaban igualmente cercanos.

Hacía doscientos cuarenta y tres años el gobernante absoluto, Patriarcha, estaba en un dilema en su vejez, pues a pesar de su longevidad sólo tenía dos posibles herederos, ambos hijos de sus hijos ya fallecidos pero los dos unos niños. Con su muerte próxima se estaba gestando una situación complicada pues de sus servidores se estaban aliando y el entonces aún gobernante temió lo peor: si sus sirvientes se comprometían de verdad y por completo podrían derrocar sin problemas al heredero que él eligiera. Patriarcha pensó y llegó a la formación de un plan cuyas consecuencias no calculó.

Estando aún como líder ideó un plan que en teoría parecía ser funcional: apoyado por tres de sus sirvientes más adictos y completamente leales y discretos logró romper la alianza entre sus dos líneas de servidores, enemistando a unos con los otros por una argucia. La reliquia del poder fue separada en dos partes y los rumores corrieron, se dijo que una familia acusaba a la otra de tal acción. Cuando ambas familias supieron de eso de inmediato se dirigieron a Patriarcha para que pusiera fin al conflicto, entre ambas partes la tensión estaba presente y sin duda creían que eran los otros los que estaban arrojando la calumnia.

El líder Patriarcha dijo que no era posible comprobar nada sólo con palabras y declaró su decisión: cada familia guardaría una parte de la reliquia y esta sólo se uniría cuando un nuevo gobernante fuera declarado. Presentó a sus dos nietos, Asmita de Virgo y Dégel de Acuario, pero aclarando que sólo uno de ellos heredaría, el que uniera la reliquia. Ambas partes del conflicto estuvieron de acuerdo. Esa misma noche Patriarcha murió sin tener idea de lo que había desatado.

Lo que el anciano gobernante había supuesto de enemistar a ambas familias era que cada una apoyaría a uno de sus nietos, lo cual si sucedió, que se enfrentarían, lo cual también sucedió, pero lo que no calculó era que ambas partes eran demasiado fuertes y no se dejarían abatir por la otra familia. Con el tiempo Asmita y Dégel se convirtieron en líderes de sus facciones y se enfrentaron, dividieron lo que hasta entonces era una nación fuerte y poderosa pero ninguno reinó, lo único que se cimentó fue un profundo odio por ambas partes que veía en los otros todo lo que debían detestar y destruir aunque se les fuera la vida en ello.

Con los años la guerra sería común, cada parte creyendo en su derecho legítimo para reinar y acabar con los otros, Patriarcha había calculado que una familia se impondría a la otra pero que al final sería uno de los suyos el que reinaría, sin embargo más de dos siglos habían pasado y la guerra seguía porque ninguna de las dos partes se había dejado abatir. Seguían peleando para unir una reliquia, una piedra que supuestamente simbolizaba el poder y el derecho a gobernar. Pero el conflicto se había hecho más amplio que eso, también las tierras y las herencias entraron en la disputa, lo cual complicaba que hubiera cualquier posible entendimiento para llegar a la paz.

Y era de esa manera que doscientos cuarenta y tres años después ni Virgo ni Acuario habían dominado, los descendientes de Asmita y Dégel seguían sin ser señores absolutos y esa guerra seguía cobrando vidas de diferentes maneras.

Y seguiría haciéndolo.





Hyoga se sentía casi a gusto de estar de regreso, la verdad era que para él la guerra hasta ese momento había sido un suceso lejano aunque viviera sus consecuencias, fue por la guerra que él había perdido a su padre e indirectamente a su madre, que no se sobrepuso a la pérdida de su compañero. Pero en realidad él nunca había estado en un combate ni había visto de cerca como otros de sus compañeros la muerte y el dolor ante la destrucción, ahora que estaba de regreso se esperaba de él que estuviera al frente y que apoyara a los suyos en ese conflicto. El rubio si bien estaba dispuesto no podía dejar de sentirse nervioso, no sabía realmente lo que deseaban que hiciera y él mismo se encontraba en la incertidumbre sobre muchas cosas de los suyos, ese alejamiento en el que se había mantenido los años anteriores no lo ayudaba mucho a identificarse con su gente ni con su causa.

--Tienes que ir a la región este Hyoga.

--¿Para qué Camus?

--Porque debes estar presente, en estos momentos es importante que esa frontera sea vigilada.

--¿Es una frontera?

Al de cabellos azules le exasperaba un poco que el rubio no estuviera tan al tanto como esperaba de todo lo que tenía que ver con sus posiciones.

--Hyoga ¿acaso has aprendido algo de lo que debes?

--Me pongo al tanto Camus pero es demasiado y tú me hablas como si debiera saber todo esto desde hace mucho.

--Porque debes saberlo-dijo en forma terminante Camus-Es de nuestra familia de lo que hablamos Hyoga, no de una tontería como en todas esas en las que pierdes la cabeza.

--Es injusto que me digas eso, intento aprenderlo todo pero es demasiado.

Los dos se quedaron mirando fijamente, pero ninguno se mostraba dispuesto a ceder, Hyoga guardaba un profundo respeto a los suyos pero no era alguien que se guardara el que lo desafiaran o que le hablaran de una forma que le desagradaba. Antes de que las cosas pasaran a mayores apareció Crystal.

--Ya está todo listo Camus-informó el de cabellos morados.

--Debes partir cuanto antes Hyoga-ordenó el de cabellos azules.

--No creo que Hyoga esté listo Camus, tal vez en unos días...

--Tú siempre consintiéndolo, no me extraña que no tenga en mente todo lo que nos estamos jugando en este momento. Es el heredero de esta casa, más vale que comprenda lo que eso significa.

Por unos instantes guardaron silencio, Camus con su habitual frialdad se dio vuelta pero no se marchó hasta que dio una orden más.

--Partirás de inmediato Hyoga.

Los primos lo vieron marcharse pero sólo hasta unos momentos después hablaron.

--No debes permitir que Camus te hable de esa manera Crystal.

--Está alterado, hay problemas Hyoga y es Camus quien toma demasiadas decisiones difíciles, es normal que a veces se altere.

--Pues a mí no va a hablarme de esa manera.

--Será mejor que te prepares ¿tienes dudas de tu destino?

--Algunas.

Y mientras Crystal ponía al tanto de algunas cuestiones al rubio no dejaba de pensar en que su joven primo de cabellos dorados en realidad no era como ellos y no estaba listo para enfrentarse a la guerra, lo apoyaría pero no creía que Hyoga fuera el apoyo que Camus esperaba que fuera.

Hyoga partió con buen tiempo y no sin dejar de hacer caso a todo lo que Crystal le dijo y recomendó, le daba la impresión que su pariente estaba nervioso de que fuera pero siempre era así con él, a su forma de ver las cosas Crystal a veces se preocupaba demasiado. Se despidió de él y se fue, no sabía con certeza lo que encontraría pero estaba dispuesto a llevar a cabo lo que le encomendaban: ser una imagen fuerte y visible de la familia.





Para Shun el regreso al hogar no había sido mucho de lo que esperaba, cuando pensaba en volver a su casa imaginaba que su familia estaría ahí y que lo recibiría, que vería a su hermano Ikki y que podrían charlar y saber como se encontraban, que conviviría con ellos y que a pesar de las circunstancias se mostrarían contentos por estar juntos. La realidad fue algo muy diferente. Shaka no dejaba de darle órdenes e instrucciones, no había visto a su hermano y parecía que la única persona interesada en como le había ido en ese tiempo lejos era Albiore.

--Si en esta región logramos establecernos-decía Shaka-tendremos un excelente punto de comunicaciones y observación.

El de ojos verdes lo escuchaba con atención.

--¿Comprendes porqué es eso importante Shun?

--Porque...porque...

El rubio lo miraba con impaciencia.

--Shaka ¿tengo que seguir estudiando? Me siento cansado.

--Perdona Shun, no me imaginaba que el bienestar de la familia y sus fronteras te aburriera y cansara, después de todo sólo te estoy hablando de algo por lo que hemos peleado estos años, pero si tienes que descansar...

--Ya entendí Shaka, lo siento.

--Esto es vital para nosotros, eres quien debe llegar a guiar a los nuestros Shun, eres el heredero de nuestra familia, esto es algo que ya deberías saber.

--Albiore me ha explicado bien.

--Albiore te consiente demasiado.

El de cabellos verdes agachó la cabeza, de verdad estaba cansado, entrenaba y estudiaba desde temprano hasta que ya era de noche, y Shaka siempre le estaba haciendo preguntas y le daba indicaciones, no era sencillo para él tener que atender tantas cosas al mismo tiempo. De todas formas guardaba silencio, él no era un joven que se opusiera a las órdenes de su familia y siempre había estado consciente de la labor de Shaka, aunque desde su regreso el rubio parecía recordarle con demasiada frecuencia todo lo que él debía hacer por la familia.

--Shaka.

Quien llegaba en ese momento era Albiore.

--¿Qué sucede?-preguntó al que le hablaba.

--Llegaron informes de una movilización, parece que se esta formando un punto de observación en la región este.

--Me lo esperaba, quieren la misma posición, pues no se los haremos sencillo.

--¿Qué es lo que deseas que hagamos?

--Prepara de inmediato un grupo para ir a apoyar a quienes ya tenemos en esa zona Albiore.

--Muy bien.

--Shun, tú iras.

El de cabellos verdes no dijo nada pero el otro rubio intervino.

--Shaka, Shun es muy joven para esa labor, sin duda habrá conflictos.

--Que mejor, así aprenderá y apoyará a los nuestros.

Y como parecía que era todo lo que el de Virgo diría Albiore se llevó a Shun con él.

--No te preocupes Shun, haremos lo posible para que llegues bien preparado.

--Gracias Albiore.

Pero la verdad era que el de cabellos rubios no estaba nada convencido que su joven pariente se involucrara, tenía un corazón muy tierno para lo que estaban viviendo y lo que presenciara en ese sitio sin duda dejaría una huella profunda en él. De todas maneras lo prepararía lo mejor posible y rogaría por su bienestar.





La región este era un sitio medio habitado y medio inhóspito, ya antes se había peleado por ese lugar pero sin resultados demasiado definitivos para ninguna de las dos partes, en esos momentos estaba ganando importancia ya que se le veía como un buen punto de comunicación y posible lugar para instalarse en nuevas expediciones, así que ambas familias estaban preparándose para pelear por él y los jóvenes herederos estaban siendo enviados como una especie de prueba para ellos y como apoyo para los que ya estaban ahí.

Sin embargo en sus juveniles pensamientos tanto Hyoga como Shun se habían preguntado por ese otro muchacho del que se habían despedido unas semanas antes ¿Se encontraría bien? Esperaban que si, por el momento todo lo que le quedaba a ellos dos era cumplir con sus deberes y prepararse para formar parte activa en esa guerra que no terminaban de comprender del todo pero en la que se estaban viendo envueltos demasiado aprisa, los acontecimientos corrían y quien no pudiera ir a su mismo paso sin duda sería arrollado.

Las posiciones estaban definidas por ambas partes, se mostraban firmes en sus decisiones y lo que faltaba era saber quien daría el primer movimiento, hasta ese momento ambas partes se veían, se estudiaban, se temían y procuraban no apresurarse pues sin duda cualquiera que atacara esperaba una respuesta de su oponente y siendo como era un sitio que había cobrado importancia en los últimos años no se podían dar el lujo de perderlo por equivocaciones.

De esa manera ambas partes estaban tomando su sitio a la distancia, lo mejor era estar preparados y listos para moverse desde el primer momento. Fue en ese entorno que los grupos que llevaban a Hyoga y a Shun respectivamente ocuparos sus lugares en cada parte de sus familias.

--Que bueno que llegaron-los recibieron.

--Estamos listos-dijo Saga.

Quien realmente iba al frente era Saga, Saga de Géminis, quien era además esposo de Camus de Acuario, en su compañía estaba Hyoga a quien los demás nunca antes habían visto bajo esas circunstancias.

--Hyoga él es Aioros, uno de nuestros mejores combatientes.

--Lo recuerdo-dijo el rubio--¿Cómo has estado Aioros?

--Tan bien como las circunstancias lo permiten Hyoga, les diremos como están las cosas hasta ahora.

--Muy bien.

Con esa información los recién llegados se instalaron y de inmediato estaban tomando los lugares que les correspondían para formar parte de lo que se avecinaba pues nadie se engañaba en que tendrían que pelear para conservar su posición y sobre todo para derrotar a sus oponentes.

De manera similar en otro sitio se estaba llevando una escena en la que unos recién llegados estaban por tomar sus lugares.

--Bienvenidos-les dijeron formalmente.

--Cuento con que no tengan mucho esperándonos.

--Están en un buen momento Shura.

--Que bueno escucharlo Shion.

Esos dos hombres se conocían porque ambos eran combatientes y buenos combatientes había que reconocerles, Shura además era el esposo de Shaka de Virgo. Fue en ese instante que Shion de Aries reparó en la presencia de alguien en particular.

--Shun se integrará a nosotros-dijo Shura.

--Eres bienvenido Shun.

--Muchas gracias Shion-dijo el joven de ojos verdes.

--Dinos como van las cosas-pidió Shura de Capricornio.

El de Aries asintió de un movimiento y en poco tiempo ya estaba informando de todo aquello que debían saber en los momentos que atravesaban.

Fue de esa manera que Hyoga de Cisne y Shun de Andrómeda estaban por vez primera conociendo el tipo de conflicto en el que su familia estaba involucrada desde hacía más de dos siglos.





Pero no fue sólo el conflicto lo que ocupó la mente de los jóvenes en ese tiempo, si bien se mostraron atentos a las explicaciones y todas las indicaciones no por eso era lo único en que pensaban, más bien pensaban en alguien. A pesar de la distancia su mente guardaba espacio para ese joven del que no habían vuelto a saber nada pero esperaban que se encontrara bien.

Una mañana Shun estaba con algunos de los otros combatientes del lugar observando los alrededores.

--¿Qué te parece el lugar Shun?

Quien le preguntaba era Mu de Aries, resultaba que era hermano de Shion, su hermano menor, y al de cabellos verdes le agradaba ese joven de cabellos lavanda.

--Es muy tranquilo Mu, apenas puedo creer que se esté peleando en este sitio.

--Pero así es, cuando ganemos tendremos un excelente punto de abastecimiento y comunicaciones.

--¿Por qué nunca antes se había ocupado este lugar Mu?

--Porque el río cubría buena parte de estas tierras.

--¿El río?

--Así es.

En ese momento vieron a otra persona acercarse, se trataba de un hombre muy alto llamado Aldebarán de Tauro, apenas lo vio el de Aries sonrió.

--Hola Aldebarán.

--Hola Mu, Shun ¿Qué están haciendo?

--Le contaba a Shun como fue que desviaste el río.

--¿Tú desviaste el río Aldebarán?

--Algo así-dijo el de Tauro.

--¿Cómo fue?

--Hace unos años Shun-comenzó el de Tauro-Estábamos del otro lado de la vereda-dijo señalando a la distancia el lugar-nos estaban cercando y con el río no podíamos avanzar más, entonces fue cuando sugerí que hiciéramos un nuevo cause para tener una salida. Logramos abrir un dique y el río tomó un nuevo curso, lo suficiente para que hubiera otros caminos y desde entonces la región está de esta manera.

--Se escucha impresionante.

--Fue un arduo trabajo Shun pero valió la pena, ahora hay más caminos.

--Y debemos conservarlos-agregó Mu.

Los tres parecían estar de acuerdo con eso.

En otra región también algunas personas charlaban un poco sobre la nueva estructura de los caminos.

--Antes el río pasaba por estas regiones-explicaba un hombre sobre un mapa-Pero cuando desviaron su cauce cambiaron todo.

--Debió ser increíble-comentó Hyoga.

--Lo fue.

En eso momentos Hyoga charlaba un poco con Milo de Escorpión, el joven era de cabellos y ojos azules y hasta ese momento era uno de los mejores combatientes que tenían en la familia.

--Nunca creí que nos harían una jugada de ese tipo-continuó el de cabellos azules-Pero abrieron nuevos caminos.

Antes de seguir hablando alguien más se acercaba a ellos, se trataba de Dohko de Libra, no sólo un excelente combatiente sino también un gran estratega.

--¿Estudiando el terreno?-preguntó Dohko.

--Le explicaba a Hyoga sobre la zona-dijo Milo.

--Por lo que sé aún no nos moveremos.

--Entonces podemos disfrutar del paisaje-dijo Hyoga.

--Sería bueno poder hacerlo pero antes que nada debemos estar atentos.

--Al menos me gustaría dar una vuelta por los alrededores.

--Puedes hacerlo pero no te alejes, recuerda que sigue habiendo enemigos en estas zonas.

El de Cisne casi suspiró con esas ideas, era una pena que no lo dejaran disfrutar siquiera de unos simples momentos de esparcimiento pero se trataba de guerra y eso era más importante que lo que un sólo joven deseara.





Los días siguientes no fueron muy diferentes de los primeros, todos se mantenían atentos y como en guardia para lo que viniera pero hasta ese momento ambas partes habían sido cautas, aguardaban y tejían sus propios proyectos para que llegado su tiempo fueran ejecutados.

Pero antes de que eso sucediera hubo un evento que marcaría las vidas de los jóvenes Hyoga y Shun, uno demasiado real para que lo ignoraran y que nadie adivinaba los alcances que tendría para el futuro de todos en sus familias y para esa guerra.

Una mañana particularmente soleada el joven de los cabellos verdes se había levantado temprano para dar una vuelta por el lugar, no le dijo a nadie pues sabía que no lo hubieran dejado ir y él tan sólo quería ver el lugar, eso era todo y el camino que decidió elegir fue caminar por la orilla del río, el lado izquierdo para ser exactos y no pensaba en nada en particular mientras lo hacía.

Por su parte un joven rubio también estaba de pie y hablaba con algunos más del lugar antes de poder dar una vuelta por los alrededores.

--Tan sólo quiero dar un paseo-decía Hyoga.

--Me temo que no estamos para pasear-le decía un joven castaño.

--Por favor Aioria.

--No.

Con quien hablaba en esos momentos era Aioria, el hermano menor de Aioros.

--Tendré cuidado y no me retrasaré-aseguró el rubio.

--No puedes Hyoga.

Por unos instantes el de Cisne ya no dijo nada pero alguien se acercaba y decidió aprovechar la oportunidad.

--Mira Aioria, ahí viene Seiya.

El joven castaño rubio volteó de inmediato y se dio cuenta que en verdad se aproximaba el joven Seiya de Pegaso, un siempre sonriente castaño que le agradaba demasiado.

--Hola Seiya.

--Hola Aioria ¿Qué haces aquí?

--Le decía a Hyoga que no puede irse a dar un paseo.

--¿Y donde está Hyoga?

Cuando volteó Aioria no pudo menos que reconocer que lo habían burlado.

Fue así que ambos jóvenes estaban dando una vuelta por los alrededores sin saber que cada uno estaba siguiendo una de las veredas del río, un río que los separaba pero no tanto como lo hacían sus familias.

Caminaron por tiempos diferentes pero al final llegaron al mismo sitio, en un primer momento ni siquiera se sintieron, no se dieron cuenta de nada, de esa otra persona que estaba siguiendo un camino similar al suyo y a quienes el destino reuniría en el mismo lugar. Y de pronto sucedió. Sin saber como cada uno vio al otro de pie, sorprendidos en un principio y sonrientes al siguiente.

Era un sitio maravilloso, no podía ser de otra manera cuando lograron verse, estaban cada uno a un lado de la rivera del río, lo que menos esperaban era que se verían esa mañana ¿Por qué estaban ahí? Que importaba, lo importante era que se encontraban en el mismo sitio y tenían la oportunidad de verse de nuevo, en esos días habían pensado uno en el otro y habían rogado por la oportunidad de encontrarse de nuevo en el mismo lugar y ahora sus plegarías tenían una respuesta.

El agua que los separaba era pura y cristalina y era todo lo que estaba entre los dos, al menos eso era lo que suponían en ese instante, no estaban al tanto que había más, mucho más, doscientos cuarenta y tres años de batallas y odio se interponían pero en ese instante ellos lo ignoraban. Se miraron sin poder moverse por unos segundos pero una sonrisa se presentó en sus rostros y era lo más hermoso que hubieran visto ese día, casi juraban que habían visto moverse los labios del joven al otro lado y que había dicho su nombre.

Unos pasos era todo lo que necesitaban para estar juntos o al menos eso les parecía pues estaban en la parte baja de la corriente y se dispusieron a darlos pero en ese momento una brisa cubrió el lugar, lo suficientemente fuerte para poner al descubierto lo que ellos ignoraban: la verdad. Sus capas danzaron al ritmo del viento y dejaron al descubierto el emblema de sus familias, el signo y marca de quienes eran y a que lugar pertenecían, quienes eran realmente.

Los dos jóvenes se quedaron inmóviles, no sabían que hacer o como reaccionar, estaban ante la persona que podía cambiar el rumbo de su existencia, alguien a quien su alma añoraba y su corazón llamaba, y pertenecía a una familia a la que ellos combatían.

Durante el primer momento se quedaron muy quietos y sin saber que hacer, les faltó el aliento pero no dejaron de mirarse ¿Qué juego del destino era ese? No lo sabían y no había manera que lo resolvieran en ese momento, escucharon unas voces lejanas que llamaban al rubio y éste vacilaba entre quedarse o marcharse pero pensando que si se quedaba verían al de cabellos verdes se fue; el de ojos verdes no teniendo idea de que más hacer también se marchó. Aunque al estar con sus familias les reprocharon su conducta ninguno de los dos escuchó mucho, tan sólo estaba ese sentimiento de angustia y desconcierto que les había dejado la verdad.





Pero sin importar lo que ellos sintieran los planes continuaban y aquellos motivos por los que se encontraban en ese sitio se revelaron para ser puestos en práctica. Apenas unas horas después les fue informado a ambas partes que era el momento de moverse y atacar.

--Necesitamos seguir esta ruta-señalaba Dohko en un mapa-Desde aquí tendremos un frente abierto que por la altura nos favorecerá.

--Muy bien-dijo Saga-Necesitamos que todos estén listos antes del amanecer, nos moveremos mañana.

Los que escuchaban simplemente accedieron de un movimiento y se retiraron para cumplir con sus deberes pero Saga habló con Dohko aparte.

--¿Está todo listo?

--Lo está Saga, tal y como lo ordenaste.

--Tenemos que movernos aprisa para que no sospechen.

--Aioros sabe que hacer.

--Bien.

También por su parte los que servían a la familia de Acuario hacían sus planes y los discutían.

--Por lo que sabemos notaran que empezamos a movernos-decía Shion.

--No importa que lo sepan-respondía Shura-Es mejor así, tan sólo necesitamos que nos sigan, eso es lo más importante.

--Los demás ya están en sus sitios esperando.

--Muy bien, ya conocen todos el plan, no quiero equivocaciones.

--No las habrás, yo mismo estaré al frente.

--Sé que no me fallarás Shion.

De esa manera ambas partes estaban dispuestos a concluir con sus planes que hasta ese momento habían sido más bien indefinidos sobre esa zona pero confiaban en que no sería así por mucho tiempo, ya antes habían tenido batallas de esa naturaleza pero también estaban conscientes que no sería la última, sin embargo si era una muy necesaria e importante, una vez más estaban en el sendero de la lucha.

Al salir el sol ya estaban ambas partes en marcha, concisos y disciplinados cada uno de los guerreros seguía su deber y aquello que le había sido indicado a la perfección, llegaron a sus sitios y no tardaron en encontrarse en el momento en que esperaban hacerlo, se divisaron a la distancia los dos bandos pero se sentían seguros de sus planes, con ellos siguieron acercándose y llegado al punto exacto, el campo abierto, no quedaba duda alguna de lo que sucedería. De ambas partes surgió un grito de ataque y corrieron de frente y sin vacilar hasta que las armas de ambas partes chocaron, hacía tiempo desde la última vez que se viera un combate como ese, en gran número.

Las dos partes del encuentro parecían ráfagas que se estrellaban unas contra otras haciendo temblar los escudos y que casi se rompieran las espadas, los primeros empezaron a caer bajo el filo de las armas pues los aceros se hundían sin misericordia alguna; los golpes eran descargados con rabia, las primeras barreras de cada bando estaban resistiendo las embestidas pero seguían agolpándose los combatientes como a oleadas hasta que sobrepasaron lo que había estado sosteniéndose.

Las filas se rompieron y la pelea se volvió más brutal, se encontraban de frente arrollando a lo que tuvieran a su paso o siendo arrollados por sus oponentes, la defensa no era sencilla de superar pero los ataques eran más violentos, hubo quienes cayeron muertos sobre sus propios muertos, hombres que se mataban unos a otros sin piedad, estaban en el punto máximo, cuando todo es confusión y llegado el momento no se sabe si se gana o se pierde, tan sólo se piensa en no morir rodeados de armas, sangre y alaridos. Hubo varias series de ataques y rechazos para ambas partes pero parecía que cuando una parte estaba por imponerse la otra sacaba fuerzas de su desesperación y se plantaba de nuevo ante el enemigo para no dejarse abatir.

Entre la pelea parecía que se encontró cierto equilibrio y fue por eso que pudieron atestiguarse combates individuales entre los miembros de cada familia, debido a ello fue que sucedieron dos eventos por separado que tendrían mucho peso en la resolución de esa pelea y los eventos que vendrían.

El que estaba guiando a los de Virgo era Shion en persona, en medio del bullicio él había logrado hacerse escuchar por los suyos y mantenerlos unidos en la táctica que habían planeado, pero justamente por eso fue distinguido por Saga quien no estaba dispuesto a permitir que continuara con esa uniformidad la otra familia. Sin tener otra idea en mente que alcanzar al de cabellos verdes se lanzó directamente en la dirección que estaba el de Aries atravesando y dejando en tierra a cualquiera que se cruzara en su camino.

Shion por su parte no se quedó simplemente esperando, se dio cuenta que iban contra él y se preparó para el ataque, firme y valientemente recibió la primera carga que le dio el de cabellos azules pero se necesitaría más que eso para hacerlo caer. Saga casi sonrió ante esa muestra de fuerza, sería difícil y por lo mismo sería más satisfactoria la victoria, sin más se arrojó de nuevo contra Shion pero el de ojos rosas aguantó por segunda vez, sin embargo se hizo evidente que el de ojos verdes y cabellos azules no estaba ya solamente tratando de aprender de su oponente, nada de eso, ya sabía lo que haría.

Con una fuerza renovada Saga fue contra Shion y el de cabellos verdes se sostuvo pero le costó más trabajo hacerlo ya que el de cabellos azules no cesó en su ataque desde ese momento, fue como una fuerza imparable que no aguardaba por nada y cuya única necesidad parecía el terminar con ese oponente delante de él. Cuando el de ojos rosas quedó simplemente en una postura de defensa su propia gente se estaba desorganizando y Shion no podía hacer nada pues peleaba por seguir vivo, Saga no se detenía y lo hirió un par de veces más antes de dar el golpe definitivo.

En otra parte del mismo encuentro se estaba desarrollando una parte del plan que se esperaba sería de apoyo para ganar. Aioros de Sagitario estaba al frente de un grupo que había rodeado el territorio para sorprender desde atrás a los de la familia Virgo, parecía ser un buen plan de no ser por algo, cuando llegaron a la posición de terreno que necesitaban para atacar fueron emboscados. Shura de Capricornio en persona no se había creído que los otros no harían algo más que atacar de frente y estando seguro como estaba que tratarían de atacar desde atrás había aguardado con paciencia por ese momento.

Ambas partes se encontraron con ferocidad pero de nada valía en ese momento pues los de la familia Virgo no pensaban permitirles que avanzaran contra los suyos, siendo así se lanzaron de inmediato contra ellos para aniquilarlos en ese mismo sitio, dejando de esa manera frente a frente a Shura y a Aioros, ambos demostraron desde el primer momento el tipo de combatientes que eran y que no pensaban dejarse derrotar pero estaban delante de alguien que sin duda era un excelente combatiente también y que no cesaba en su confrontación.

Para Shion de Aries las cosas se hicieron terriblemente complicadas, no podía contener más el ataque de Saga de Géminis, lo había herido, la sangre que manaba de sus heridas lo estaba debilitando terriblemente hasta que no pudo defenderse más y cedió lo inevitable: de un movimiento resuelto el de cabellos azules dio muerte al de cabellos verdes quien quedó tendido en medio del campo. Con eso bastó para que las fuerzas de los Virgo no pudieran reorganizarse y aún cuando pelearon con valor y firmeza, causando un gran daño y bajas en las fuerzas de sus enemigos, no pudieron levantarse de nuevo.

Pero en el otro flanco las cosas se seguían desarrollando con velocidad, no habían dejado de pelear y nadie menos que Shura y Aioros, ambos no cesaban de atacar y contraatacar pero conscientes que no había manera de que ambos salieran con vida de ahí. El de cabellos oscuros estaba decidido a arriesgarlo todo en ese ataque y fue justamente lo que hizo, se lanzó con toda su fuerza contra el joven castaño que pudo frenar el primer embate pero era sólo para lograr que no estuviera tan firme en su posición y lo hirió en el brazo con profundidad, Aioros no pudo sostener más su espada y antes que cayera a tierra el de ojos oscuros terminó con él de un sólo movimiento.

El escenario de la batalla cambió radicalmente ante esas dos muertes, sin Shion los Virgo no pudieron sostenerse más y sin la fuerza que se esperaba de apoyo de Aioros los Acuario perdieron mucha gente. Cuando Shura llegó con los suyos supo que no tenía sentido seguir ahí, ordenó una retirada veloz, esa tierra estaba perdida y no dejaría morir por nada a los guerreros que aún le quedaban. Con esa retirada Saga respiró casi aliviado, no podía perseguirlos y había costado demasiado para su gente el triunfo.

Sin embargo el triunfo era de los Acuario.





Continuara...


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Amor (Hyoga y Shun)
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